jueves, 24 de diciembre de 2015

UN CUENTO LOCO Y CRUEL...



 
¿A quién no le han dicho nunca aquello de: si eres bueno y te portas bien, papá Noel te traerá lo que pidas? Alentador, ¿verdad? Desde que tus padres enunciaban esa frase como parte de un contrato sagrado, te esforzabas mucho por ser el mejor en todo… durante, al menos, ¡una semana! Claro, luego se te olvidaba y volvías a tus fechorías de siempre, lo que provocaba que tus padres dijeran aquello otro de: Papá Noel te está vigilando… Aunque eso sólo servía para que te pusieras las pilas de nuevo durante un par de semanas más. Al final, acababas haciendo lo mismo de siempre y Papá Noel, no sé si por aquello de no poder estar mirando las 24 h del día o qué, te dejaba todo lo que le habías pedido… Pues bien. Hay niños que cumplen hasta el final. Y llevan sus contratos hasta las últimas consecuencias, como Úrsula.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

VOLVERÉ...



 
 
 
 
Y el dragón enfiló el majestuoso vuelo y se lanzó contra La Guerrera, que yacía en el suelo, tendida de medio lado. Al punto, abría sus fauces para clavarlas gustoso en la tierna carne de la muchacha cuando de pronto...

- ¡¡¡STOP!!! ¡Necesito un descanso!
- Oh... ¡Venga! Estabas a punto de ser devorada por el dragón...
- ¡Que no! - Dijo despojándose de la pesada armadura. - Que he dicho que necesito un descanso. ¡Exijo un descanso!
- ¿De cuánto, mi lady? - dijo el narrador con sorna.
- No lo sé. Ya volveré...

miércoles, 2 de diciembre de 2015

TODO EN UN MISMO VERANO...


 
Unos ojos me miran impávidos desde la maleza. Sí. Sé que están ahí porque aún en la oscuridad que me encierra brillan desafiantes. Los he oído ronronear con calma, saboreando el momento placentero de jugar a cazar a su presa. Y yo, que estoy en el punto de mira, me siento tan pequeña que creo que, si lo intento con un poco más de ahínco, podría llegar a desaparecer. Pero cierro los ojos y, por más que insisto, al abrirlos, sigo estando ahí, me sigue mirando. Será porque en lo más profundo de mi ser, en el recoveco más animal, en mi instinto más innato, necesito de tu furtividad lasciva para seguir viviendo. Es en ese momento en el que me doy cuenta de que, sin ser capaz de explicarlo, me siento inherente a tu persona y ardo en deseos de que saltes sobre mí para cazarme y volver a jugar conmigo. Así que yo, cierro los ojos de nuevo y, sin más, me dejo.